Uno de los negocios que se han reactivado en México pasada la pandemia es la llamada Industria del Romance. En San Miguel Allende, por ejemplo, creció un 60 por ciento, en Mazatlán el 200, mientras que en la Riviera Maya, el destino nacional favorito para casarse, subió un 40 por ciento. Sólo Acapulco no ha podido salir del bache pandémico y registra una caída del 90 por ciento en matrimonios foráneos.
Antes de la pandemia se organizaban 400 bodas al año, pero la industria ha crecido desde mayo, cuando la ciudad recibió el premio como mejor destino de México para casarse”. De los matrimonios que se han efectuado, el 60 por ciento han sido, en su mayoría, personas de Texas y California. El restante 40 por ciento ha sido gente de Querétaro, Estado de México, Jalisco y Nuevo León.
Cristian del Río es un wedding planner que vive en la Riviera Maya. Con números del Inegi en mano cuenta que Quintana Roo sigue siendo el primer lugar nacional en casamientos, con 8.01 bodas por cada mil habitantes mayores de 18 años (le siguen Campeche con 7.65 y Sinaloa con 7.36).
“La industria del romance ha crecido en esta región un 40 por ciento”, presume Del Río y cuenta que ello se debe a que en la Riviera Maya se organizan todo tipo de bodas. “Tenemos toda la infraestructura, tenemos eventos planeadosde aquí hasta el 2024”.
Hasta antes de la pandemia, en Quintana Roo se tenía un registro de 90 mil bodas por año. De acuerdo con datos del consejo turístico, para 2022 se estiman unas 130 mil, la mayoría parejas estadunidenses. En el consejo dan por hecho que el incremento es porque muchas bodas se pospusieron con la pandemia. También estiman que una pareja gasta alrededor de 10 a 20 mil dólares por evento.
Samantha Ballesteros y Asael Sepúlveda, una pareja con tres hijos, pospusieron su boda en dos ocasiones por los reducidos aforos permitidos y las restricciones sanitarias de viaje.
“Siempre soñé con casarme con Asael y cuando ya teníamos todo listo tuvimos que retrasar la ceremonia porque llegó la pandemia”, platica Samantha. “Perdimos dinero, pese a la garantía de temporalidad que establecía el contrato. Terminamos casándonos en junio pasado porque ya no había fechas para lo que restaba del año”.
En la Riviera Nayarit tampoco hay fechas disponibles.
“Ya están todas reservadas, incluso para el 2023 se tiene casi todo lleno”, dice Priscilla Arminio, vicepresidenta de la Asociación de la Industria de Romance en Puerto Vallarta y Riviera Nayarit.
Arminio cuenta que se tienen programadas unas 450 bodas para los últimos meses del año.
“Sería nuestro mejor año desde 1999, cuando arrancó la industria”.
De acuerdo condatos proporcionados por la empresaria y también wedding planner, el costo promedio de una boda en La Riviera Nayarit, para 60 invitados, oscila en los 300 mil y un millón de pesos con todo incluido.
“Aquí se casa poco mexicano”, apunta Arminio. “Nuestro mercado es el extranjero. Aquí están legalizados los matrimonios de la comunidad LGBT+”.
En Mazatlán sí se están casando mexicanos y también están promocionando el mercado de la comunidad LGBT+. Provenientes de Chihuahua, Sinaloa, Durango, Coahuila y Jalisco, las parejas han hecho que las ceremonias se hayan incrementado en un 200 por ciento, número ocasionado principalmente por el rezago que trajo la pandemia. Alfredo Zenteno, director comercial del Hotel Playa Mazatlán, cuenta que, antes del Covid-19,ellos organizaban un promedio 30 bodas anuales. “Ahorita llevamos 118 y lo que falta”.
En el sureste, las ceremonias en haciendas, cenotes y playas de Yucatán también han reactivado lo que acá llaman “Bodas de Destinos”. De acuerdo con funcionarios de Fomento Turístico, por año se realizan un promedio de 50 bodas. Sin embargo, tienen registro de que en un solo fin de semana se realizan hasta ocho ceremonias.
Mariela Che, representante de “Bodas Destino Mérida”, cuenta que su mercado son parejas de Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México, Chihuahua y Mexicali. Los costos en una hacienda, para 50 personas, puede ir desde los 100 mil pesos. En el caso de cenotes y playas se desembolsa un mínimo de 170 mil pesos.
En Oaxaca, según Begoña Hernández, funcionaria de la Secretaría de Turismo, la industria del romance generará este año una derrama económica de 79. 5 millones de pesos.
“Las características culturales, prehispánicasy gastronómicas son las predilectas de las parejas para casarse en Oaxaca”, dice y estima que para lo que resta del año se celebre una docena de bodas. Si bien acuden parejas del sureste mexicano, el 72 por ciento de los contrayentes provienen de Estados Unidos.
Acapulco es el único sitio tradicional para casarse que no se ha podido recuperar de la pandemia. Gente dedicada a la industria de la boda estima que mensualmente se realizaban unos 200 casamientos.
“Ahora no hay nada”, se queja Concepción Murillo, wedding planner. “Las restricciones y medidas sanitarias desplomaron el negocio. Estamos esperanzados a ver si en noviembre se reactivan las bodas”
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